Aprender de la Tierra: el vínculo entre naturaleza e infancia

Los niños y niñas reducen su estrés y desarrollan habilidades cognitivas gracias al juego en espacios naturales

En el Día de la Tierra desde Aldeas Infantiles SOS queremos que te hagas una pregunta: ¿Está la infancia alejada de la naturaleza? Puede que, actualmente, no seamos conscientes de los beneficios que aporta el contacto con el medio ambiente a los niños y niñas. No solo les aporta bienestar físico, también psicológico. Ayuda a mejorar la salud mental de los más pequeños, sobre todo actualmente, cuando el 20% de los niños, niñas y adolescentes en todo el mundo experimentan trastornos de salud mental.

El autor Richard Louv presentaba el término déficit de la naturaleza en su libro El último niño de los bosques (Capitán Swing, 2018). En él habla sobre por qué los niños y niñas han abandonado la naturaleza, cómo cambiar su experiencia medioambiental y los beneficios físicos y emocionales que aportan acciones como el senderismo, acampar en un jardín, escalar por los árboles u otras actividades que pueden disfrutarse en entornos naturales. 

Varios autores como Louv, describen el déficit de la naturaleza como uno de los males del siglo XXI. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores. Ahora estamos acostumbrados a dejar a un lado la paz que se respira en los bosques y lo sustituimos por el incesante uso de las nuevas tecnologías dentro de nuestros hogares. 

Los más pequeños también pasan menos tiempo al aire libre y así indica la Guía AIJU 3.0 del Instituto Tecnológico del Producto Infantil Ocio: “El 82% de los niños (cuatro de cada cinco) en España juega al aire libre menos tiempo del recomendado por los expertos”.

La naturaleza y los niños

Además de servir como recurso pedagógico y didáctico, ¿qué otros beneficios genera en la infancia el contacto directo con la naturaleza?

  • Despierta la curiosidad. Caminar y realizar actividades en espacios naturales despierta en los más pequeños habilidades como la curiosidad, la inquietud y la observación. A la vez que descubren nuevos lugares, olores y formas, sus sentidos  aprenden del mundo que los rodea. Para ello, se pueden organizar excursiones en las que se descubran nuevos paisajes centradas en la búsqueda de especies animales y plantas. 
  • Mejora la salud física y emocional. El contacto con la naturaleza favorece las habilidades cognitivas y mejora la coordinación física, el equilibrio o la agilidad. 
  • Desarrolla la creatividad. Muchas veces los adultos se asombran al ver cómo los más pequeños se desenvuelven en medio de la naturaleza, pudiendo pasar horas jugando y descubriendo esos nuevos espacios. Los bosques y todo lo que aglutinan los convierte para niños y niñas en un lugar con un sinfín de posibilidades donde desarrollar su creatividad haciendo de cualquier objeto un elemento de juego. 
  • Reduce el estrés y la ansiedad. Actualmente nos encontramos en una persistente desconexión física y emocional con los entornos naturales. Sentimientos como el estrés o la ansiedad están a la orden del día, también en la infancia. La salud mental de los más pequeños se ha visto afectada, sobre todo tras el confinamiento, convirtiéndose la ansiedad en uno de los trastornos que más prevalece en ellos. Por este motivo, la naturaleza puede resultar un espacio de relajación donde vivir alejado de la rapidez que nos impone el día a día. 
  • Promueve la sensibilización. En el viaje hacia el descubrimiento de la biodiversidad se puede aprovechar para concienciar a los niños, niñas y jóvenes sobre su protección. Aclararles conceptos como sostenibilidad, reciclaje o reutilización les ayudará a despertar su curiosidad e intentar ponerlo en práctica. Una educación basada en el respeto hacia la naturaleza desde edad temprana contribuirá a crear adultos más solidarios y comprometidos con la protección del medio ambiente. 

La clave: educación ambiental

Es prácticamente imposible encontrar una definición exacta  que abarque todo lo que aglutina la educación ambiental. Uno de los principales objetivos de esta es crear agentes de cambio, personas que se muestran comprometidas con el medio ambiente y que actúan para protegerlo. Entre sus objetivos encontramos: 

  1. Crear conciencia y generar conocimiento. Es el principal propósito de la educación ambiental, para conocer el medio ambiente y sus retos.
  2. Nuevas actitudes y aptitudes. El conocimiento llevará también a adquirir valores sociales que despierten interés y ayuden a desarrollar actitudes y aptitudes para convertirnos en agentes de cambio.
  3. Promover la participación. La educación ambiental hace que los más pequeños se conviertan en personas responsables para que cooperen y participen en actividades de protección medio ambiental. 

Debido a la gran cantidad de contenidos que pueden abordarse dentro de la educación ambiental, ¿cómo conseguimos que todos los niños y niñas comprendan esos conceptos a una edad temprana? Podemos optar por planear excursiones en entornos naturales, donde se desarrollen actividades como el senderismo o incluso pruebas de destrezas como las yincanas.

Pero también funciona el enseñar más allá de la teoría. Si hablamos de reciclaje, por ejemplo, pongámonos manos a la obra -en casa o en el colegio- creando diferentes contenedores para cada residuo. 

En este sentido, desde Aldeas Infantiles SOS hemos desarrollado el programa Naturaleza y Sostenibilidad, en el que se aglutinan los diferentes proyectos que realizamos para promover la sensibilización sobre el medio ambiente a través de una educación ambiental de calidad. Nuestro objetivo es potenciar espacios que fomenten entre niños y niñas el respeto hacia la biodiversidad y concienciar sobre los problemas ambientales de una forma lúdica.

Cuidar la Tierra, cuidar a los niños

Según Naciones Unidas (ONU) el cambio climático puede provocar 216 millones de desplazados en el año 2050 y alrededor de 100 millones de niños se están viendo gravemente afectados por sus efectos, sobre todo en el continente africano y zonas como Nigeria o República Centroafricana. Por eso, cuidar la Tierra también significa cuidar a los niños y niñas que sufren las consecuencias del cambio climático en todo el mundo. 

Las graves inundaciones, las sequías prolongadas o las fuertes lluvias están provocando que 20 millones de personas cada año se vean forzadas a desplazarse de sus hogares. La infancia es un grupo vulnerable en estos casos, pues junto a su familia emprenden un camino tedioso hasta encontrar un nuevo lugar donde vivir, violándose, en muchos casos, algunos de sus derechos durante el trayecto. 

Asimismo, la ONU estima que 850 millones de niños (uno de cada tres en todo el mundo) viven en zonas donde se solapan al menos cuatro perturbaciones climáticas y medioambientales como inundaciones, ciclones, olas de calor o escasez de agua, entre otras.

Por este motivo, desde Aldeas Infantiles SOS creemos en la necesidad de implicar a los niños, niñas y adolescentes en la protección medioambiental.