Así trabaja Aldeas Infantiles SOS la salud mental en la infancia más vulnerable
La psicóloga de Aldeas Infantiles SOS, María Salamanca, cuenta cómo protegen la salud mental de los niños y niñas desde la entidad
El 20% de los niños, niñas y adolescentes en todo el mundo experimentan trastornos de salud mental. Cuando hablamos de aquellos que han vivido situaciones de vulnerabilidad -como el abandono, el maltrato o la guerra-, este aspecto se vuelve aún más delicado. Si los problemas de salud mental no se tratan de manera adecuada, pueden marcar profundamente su vida adulta.
Desde Aldeas Infantiles SOS la protección de los niños y jóvenes no se limita simplemente a cubrir sus necesidades básicas de alimentación y seguridad. Para la entidad, la salud emocional es una parte esencial, y a través de un enfoque integral les ofrecen un entorno en el que puedan sanar, crecer y recuperar la confianza en sí mismos.
En esta línea, María Salamanca, psicóloga y Directora del Programa de Familias de Aldeas Infantiles SOS de Madrid, explica que “los niños, niñas y adolescentes necesitan establecer un buen vínculo, ofreciéndoles un lugar de seguridad y confianza donde no tenga cabida el juicio. Necesitan sentirse mirados, escuchados y acompañados en su sufrimiento, con la libertad y la confianza para que puedan expresarse emocionalmente desde el juego, el dibujo, la representación y la palabra”.
Pregunta-. ¿Cuál es el primer paso cuando identificáis que un niño, niña o adolescente necesita apoyo psicológico?
El primer paso cuando se identifica una necesidad desde los programas de prevención y fortalecimiento familiar, será informar a los padres y madres del malestar emocional detectado en su hija e hijo, y ofrecerles los servicios de atención psicológica que tenemos tanto a nivel interno, como a nivel externo en la sanidad pública (centros de salud y hospitales).
Igualmente, en los programas de protección, son los educadores, equipo técnico y/o la dirección quienes van a detectar la necesidad de dicho apoyo, buscando los recursos internos y/o externos que puedan dar atención inmediata a la demanda.
Pregunta.- ¿Cómo adaptáis las intervenciones psicológicas a las diferentes edades y etapas de desarrollo?
Todas las intervenciones que ofrecemos en los diferentes servicios de terapia tienen como objetivo adaptar el apoyo psicológico necesario para reparar las heridas emocionales. En muchas ocasiones no es solo la edad biológica la que marcará la adaptación de la intervención, aunque sí la vamos a tener en cuenta de cara al diseño de la misma.
Cuando son muy pequeños (hasta los 6 años), el trabajo será fundamentalmente con el sistema familiar. Aquí los niños están en pleno proceso de vinculación y apego con sus cuidadores principales. Será a partir del final de la primera infancia, en torno a los 7 años, que los niños pueden tener espacios individuales, con horas de juego, dibujos… que facilitarán la expresión emocional.
A medida que llegan a la pubertad y adolescencia, el uso del lenguaje ocupa un mayor espacio en la intervención, pero sin dejar de lado anteriores alternativas terapéuticas como los recursos narrativos con cartas terapéuticas o dibujos si así se requiere.
Pregunta.- ¿Cómo trabajáis de manera integral con las familias o cuidadores?
Cuando un niño, niña o adolescente acude a terapia, es importante mantener a la familia y/o cuidadores en continua comunicación y coordinación. Tenemos que trabajar, siempre que sea posible, con toda la unidad familiar, para identificar qué papel tiene cada miembro en las situaciones de dificultad que traen a terapia. Y, así, construir nuevos patrones de relación donde cada uno puede asumir su parte de responsabilidad en dicho cambio y mejora.
Cuando las mamás y papás (y/o cuidadores) se sienten una parte importante en el bienestar de sus hijas e hijos, y se implican en su cuidado, cambiando la pauta relacional, estamos ante un primer cambio que repercutirá directamente en la salud emocional de las niñas y niños.
Pregunta.- ¿Qué tipo de técnicas o enfoques terapéuticos utilizáis en Aldeas Infantiles SOS para abordar los casos más complejos?
En el territorio de Madrid, desde el programa de familia, ofrecemos 4 servicios de terapia: Terapia familiar Sistémica, Terapia Psicológica infantojuvenil, Terapia Multifamiliar (grupos) y Orientación Psicológica para adultos. El equipo cuenta con formación y amplia experiencia profesional, donde todos somos expertos en terapia familiar sistémica, además de formación en psicodrama, trauma, técnicas gestálticas y humanísticas, entre otras.
Pregunta.- ¿Cuáles son los principales desafíos que encontráis?
Uno de los mayores desafíos que tenemos es acabar con el estigma y la discriminación de la salud mental, y esto es una labor de todos/as. Debemos evitar la exclusión de los niños y jóvenes con algún tipo de malestar emocional; darles voz y que puedan alzarla para decir qué necesitan, compartir sus emociones y los problemas que les preocupan.
Y, en segundo lugar, para mejorar el bienestar emocional y acabar definitivamente con el estigma es necesario invertir más y mejor en servicios públicos de salud mental.
Pregunta.- Según vuestra experiencia, ¿cuál sería la forma más adecuada de trabajar la protección de la salud mental en familia?
La salud mental se ve influida por gran cantidad de circunstancias. Están los factores genéticos, familiares, sociales, económicos, el consumo de sustancias, los estresores a los que está sometida la persona… Los factores de riesgo pueden aparecer en cualquier momento, pero es durante la infancia cuando inciden más, por tratarse de un periodo más vulnerable.
Los padres tenemos un papel importantísimo, aunque no el único, en el adecuado desarrollo emocional de nuestras hijas e hijos. Por ello, debemos poner especial atención en los cambios de comportamiento, en sus rutinas de sueño y de hábitos alimenticios, prestar especial atención cuando nos quieren contar algo y cuando hay cambios en su comunicación.
Pregunta.- ¿Qué sugerencias darías a padres, madres y/o cuidadores?
Algunas sugerencias para fomentar el cuidado de la salud mental en el entorno familiar serían generar una comunicación fluida y afectiva con los niños; establecer límites claros desde una mirada respetuosa, pero firme; trabajar en la resolución de conflictos y en una adecuada gestión emocional; trabajar el sentido de la pertenencia, que se sientan parte de la familia, que sus necesidades sean tenidas en cuenta; afrontar las dificultades, no evitarlas, e intentar hacerlo desde la calma; y fomentar su autonomía y su autocuidado.
Y, por último, pero no menos importante, pedir ayuda cuando vemos que no estamos pudiendo resolver o mejorar la situación. Los profesionales de la salud mental estamos ahí para apoyar e intervenir a tiempo.