El impacto silencioso del hambre en la infancia: obesidad, ansiedad y depresión
En el Día Mundial del Hambre hablamos sobre la importancia de la alimentación en el desarrollo de los niños
El hambre es una problemática que está más cerca de lo que pensamos. Quizás esté presente en la casa de los vecinos de al lado o en la de los niños tan simpáticos que te han saludado esta mañana cuando cruzabas la calle. Solemos vislumbrar el hambre en países lejanos. Pero no más lejos de la realidad, también está afectando a entornos cercanos y vulnerables.
La infancia es una etapa crucial para el desarrollo físico, emocional y cognitivo, y pasar hambre puede tener efectos devastadores que perduren toda la vida. La falta de recursos e ingresos que permitan llevar una dieta equilibrada, hace que muchas familias tengan que basar la alimentación en productos ultraprocesados provocando, en algunos casos, un incremento de formas de malnutrición (sobrepeso u obesidad).
En España los niños también pasan hambre
No tener acceso a una mínima ingesta calórica o basar la alimentación en comida ultraprocesada se asocia con un 30% más de posibilidades de tener mala salud en general, un 36% más de padecer sobrepeso y un 12% más de sufrir depresión. Y es que en España un 33% de los niños y adolescentes españoles está en riesgo de pobreza y exclusión social, según concluye el último informe de la Plataforma de Infancia.
Esta situación deriva en una inseguridad alimentaria que, como define la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), consiste en una carencia de “suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable”. En nuestro país, esta circunstancia se duplicó tras la pandemia de la covid-19.
¿Pero qué consecuencias tiene la inseguridad alimentaria en los niños?
- Problemas de salud, como retraso en el crecimiento, malnutrición, obesidad… También pueden desarrollar condiciones crónicas como anemia o infecciones recurrentes.
- Impacto en la salud mental. Puede manifestarse en problemas de comportamiento, relaciones sociales difíciles y provocar estrés, ansiedad o depresión.
- Rendimiento escolar. La falta de nutrientes afecta la capacidad de los niños para concentrarse, aprender y retener información.
La vinculación entre hambre y pobreza infantil
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Encuesta de Condiciones de Vida de 2023, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social en España aumentó hasta el 26,5%, desde el 26,0% de 2022. Y el 9,3% de la población señala que llegó a fin de mes con “mucha dificultad”. El hambre infantil y la pobreza están intrínsecamente relacionadas, formando un círculo vicioso difícil de romper.
La pobreza reduce el acceso a recursos básicos como la alimentación, la educación y la atención médica, lo que perpetúa la inseguridad alimentaria y las desventajas sociales a lo largo del tiempo. Las familias que viven en situación de pobreza a menudo deben tomar decisiones muy difíciles, como debatirse entre pagar el alquiler o comprar alimentos. Esto termina suponiendo un riesgo para la salud y el bienestar de sus hijos.
En esta línea, Plataforma de la Infancia ha publicado un Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con Enfoque de Infancia 2023, basado en la última encuesta del INE anteriormente mencionada. Los datos demuestran que el 27,8% de los niños, niñas y adolescentes viven en situación de pobreza monetaria, lo que sitúa a España con los niveles más altos de pobreza infantil de toda la Unión Europea, con 2,2 millones de personas menores de 18 años con ingresos inferiores al umbral de pobreza establecido. De ellos, 1 de cada 10 experimentan Carencias Materiales Severas (CMS).
Una real ‘Emergencia en Casa’
El aumento de facturas domésticas (gas o electricidad), de la cesta de la compra, o de los costes asociados a la educación, han provocado una verdadera emergencia en los hogares de 2,6 millones de niños y niñas en España. Desde Aldeas Infantiles SOS ayudamos a la infancia y a sus familias a cubrir las necesidades de alimentación, atención psicológica y apoyo educativo, además de ofrecer apoyo energético en sus hogares.
Muchos no pueden comer ni carne ni pescado durante toda la semana; una dieta rica en nutrientes no es posible para ellos. Y solo pueden realizar una única comida adecuada al día, la del comedor escolar. Estos espacios se convierten en piezas fundamentales para mejorar la dieta y la salud de la población infantojuvenil. No obstante, con una inflación disparada cada vez más, las familias no pueden costearlo.
Aunque el hambre puede convertirse en una problemática silenciosa, sus consecuencias son profundas y duraderas en la vida de los más pequeños. En el Día Mundial del Hambre, queremos recordar que cada niño tiene derecho a crecer en un entorno que le proporcione las oportunidades necesarias para alcanzar su máximo potencial, y garantizar una alimentación adecuada es un paso crucial hacia ese objetivo.