La importancia del beso y el abrazo para el desarrollo emocional de los niños
El afecto familiar, que puede expresarse a través del beso, tiene beneficios incalculables para los más pequeños
El beso y el abrazo se consideran los primeros actos de cariño y amor más visibles.
Pero, ¿Qué beneficios pueden tener en la infancia? En el Día Internacional del Beso, desde Aldeas Infantiles SOS queremos hablar sobre la necesidad de demostrar cariño y afecto a los más pequeños y cómo influye en la inteligencia emocional.
El psicólogo Jesús de la Gándara realizó un estudio sobre la importancia de los besos y determinó que se trata de un acto que se desarrolló con el origen del lenguaje humano. Es decir, primero apareció el beso, después las palabras. Su poder emocional es incalculable, por lo que desde pequeños, los niños y niñas los necesitan para un buen desarrollo psicológico y afectivo. Sus efectos son sencillos: reconfortan, te hacen sentir bien.
Esto no quiere decir que se deba obligar a los pequeños a besar y abrazar a todo el mundo, pues puede derivar incluso en la infravaloración de estos actos. Debemos ser conscientes de que hay que otorgarles la importancia y el significado que merecen, que se trata de algo natural y universal.
Por qué el beso afecta de forma positiva en niños y niñas
Demostrar el cariño hacia nuestros seres queridos desde el beso o el abrazo conlleva muchos beneficios. A la larga acaban influyendo en el desarrollo emocional y en la personalidad de los niños y niñas. Estos son algunos de ellos:
- Seguridad. Los besos y abrazos influyen en la sensación de protección y seguridad. Digamos que se convierten en un abrigo con el que arropar desde el amor y la aceptación. Esto favorece también la autoestima, sobre todo cuando atraviesan momentos de enfado o miedo.
- Reduce el estrés. En situaciones complicadas y angustiosas un beso o un abrazo dice más que cualquier palabra. Emocionalmente, pueden aportar un ambiente de relajación para los más pequeños, ayudándoles a entender que esos gestos son una herramienta poderosa de apoyo y confort.
Además, un estudio publicado en la revista Journal of epidemiology & community health concluía que las personas que recibieron más afecto por parte de sus padres y madres de pequeños reducían su angustia siendo adultos.
- Mejora la relación familiar. Esta relación afectiva entre familias hará que los niños y niñas crezcan valorando con mayor seguridad los apegos, lo que acabará también generando mayor confianza en uno mismo y hacia los demás. De este modo se reforzará el vínculo entre padres, madres e hijos. Al final, con estos gestos se sienten queridos y arropados.
- Libera hormonas de la felicidad. Las 4 hormonas conocidas como las hormonas de la felicidad: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina se liberan cuando recibimos abrazos y besos. De hecho, la oxitocina aumenta los sentimientos de amor y empatía, está muy relacionada con esos vínculos que emocionalmente nos hacen sentir bien.
- Aumenta los pensamientos positivos. No hay que olvidar que los besos y abrazos tienen como objetivo demostrar cariño y también el apoyo hacia una determinada persona. Ese vínculo emocional hará que la persona que lo reciba lo vea como un refuerzo, como algo bonito, lo que generará pensamientos positivos.
- Facilita el sueño nocturno. El beso de buenas noches, ese que probablemente todos conocemos, aporta calidad al sueño. Este acto repleto de amor genera una rutina que el niño o niña relaciona con el descanso y la tranquilidad; les ayuda a dormir mejor.
Estas muestras de afecto no contribuirán a que los niños se conviertan en personas mimosas o consentidas ni a que desarrollen una personalidad débil; no tiene nada que ver, así que lánzate a demostrar tu amor a los pequeños. Además, concretamente en los bebés, estos estímulos y emociones pueden influir de manera muy positiva en sus nuevas interacciones neuronales.
La protección en Aldeas
Desde Aldeas Infantiles SOS somos conscientes de los beneficios que supone el afecto y la protección para los niños y niñas. Contamos con las Residencias de Jóvenes y los Centros de Primera Acogida para aquellos que no pueden vivir con sus padres y madres. También fortalecemos familias en riesgo, realizando sesiones individuales y grupales en las que se trabaja la parentalidad positiva.
Nuestro objetivo es conseguir que todos los niños y niñas tengan el cuidado que necesitan e impulsar su autonomía y sus habilidades, independientemente de su situación económica o familiar.