Así funciona la noción del tiempo en los niños

El tiempo que percibe nuestra mente y el que marca el reloj son dos conceptos distintos con dos ritmos diferentes. ¿Cómo se vive esto durante la infancia?

Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué a veces el tiempo pasa tan lento. Pero seguro que recuerdas que un año entero -con sus 365 días-  pasaba mucho más rápido cuando eras pequeño que en la vida adulta. O, por el contrario, ¿por qué cuando somos niños los veranos parecen interminables? 

La noción del tiempo es una construcción compleja que varía significativamente con la edad y el desarrollo cognitivo de los niños y niñas. Desde la primera infancia existe una percepción clara del tiempo, aunque es diferente a la de los adultos. En esta línea, Adrian Bejan, profesor de la Universidad de Duke, Estados Unidos, explica que “cuando somos jóvenes y experimentamos muchos estímulos nuevos, todo es novedoso y el tiempo parece pasar más lentamente”.

Por lo que, en efecto, podemos considerar que la percepción del tiempo tiende a acelerarse a medida que envejecemos. Así, el profesor de psicología de la Universitat de Girona Manuel de Gracia afirma que “para un niño de diez años, un año representa el 10% de su vida; mientras que para alguien que tiene 40 años; un año equivale al 2’5%”. 

Los primeros años: 0-3

En los primeros años de vida, los bebés tienen una comprensión muy limitada del tiempo. Su mundo está dominado por el aquí y ahora; no existe la capacidad de pensar en el pasado o el futuro. Esto les resulta abstracto y difícil de entender. A medida que se acercan a los tres años, los niños empiezan a desarrollar una noción básica de la secuencia temporal. Pueden recordar eventos recientes y anticipar algunos futuros inmediatos, pero todavía viven en gran medida en el presente. 

La etapa preescolar: 3-5 años

En este período comprenden mejor las secuencias temporales. Comienzan a usar el lenguaje para diseccionar el tiempo; usan términos como ‘ayer’, ‘hoy’ y ‘mañana’. Pero su noción de este se basa, principalmente, en eventos y rutinas diarias. Por ejemplo, saben que después del desayuno es tiempo de jugar, o que tras el cuento de la noche es hora de dormir.

Un dato curioso es que empiezan a tener una percepción del tiempo influenciada por la actividad y las emociones. Un evento divertido puede parecerles más corto, mientras que algo aburrido puede ser eterno. 

La estructura del tiempo: 6-8 años

Aquí los niños y niñas desarrollan una comprensión más estructurada del tiempo; aprenden a leer relojes y a entender el calendario. Pueden planificar actividades y tienen una mejor noción de la duración de las tareas, aunque su percepción del paso de las horas depende de lo involucrados que estén en ellas.

Mayor precisión: 9-12 años

A partir de los nueve años, niños y niñas pueden estimar la duración de eventos con mayor exactitud y entender conceptos temporales más abstractos, como décadas o siglos. Esto se debe a un mayor desarrollo cognitivo y a lo aprendido en la enseñanza formal.

En la adolescencia: 13 a 18 años

Los adolescentes pueden planificar a largo plazo y entender a la perfección la relación entre presente y futuro. Sin embargo, su percepción del tiempo puede ser distorsionada por factores emocionales y sociales. Por ejemplo, la espera para un evento importante puede parecer interminable, mientras que el tiempo disfrutando una actividad favorita puede volar.

Que el tiempo pase volando

Como hemos comprobado, las emociones están muy implicadas en cómo se percibe el paso del tiempo en la infancia y adolescencia. Queremos que su tiempo pase volando, porque eso significará que están viviendo el presente felices y sin preocupaciones. Cada minuto en la vida de un niño es una semilla que, con el cuidado adecuado, florecerá en un futuro de posibilidades. Por ello, en Aldeas Infantiles SOS, trabajamos para asegurar que todos los niños y niñas tengan la oportunidad de disfrutar su infancia plenamente.