
Viví mis primeros años junto a mis padres y un hermano un año mayor en un pueblo de Cuenca. Mis primeros años de vida no fueron fáciles, y a pesar de que los Servicios Sociales estaban al tanto de la situación e intentaban mejorarla los resultados tardaron varios años en llegar.
Mis padres estaban enfermos y no podían cuidar adecuadamente de nosotros. Por lo que, a los siete años, nos separamos, y mi hermano y yo llegamos a Aldeas Infantiles SOS, a la Aldea de Cuenca. Al principio la idea nos pareció terrible, tanto a mi hermano como a mí, porque pensábamos que no volveríamos a ver a nuestros padres y que aquello sería una especie de lugar apartado del mundo.
Sin embargo, la llegada a Aldeas marcó un punto de inflexión en mi vida. En un principio fue difícil hacerse a la nueva situación, cambiar las rutinas, pero pasado un tiempo comprendí que era lo mejor para mi hermano y para mí. Y lo mejor es que podíamos seguir juntos, en el mismo hogar. Cuando los padres están ausentes, los hermanos son esenciales.
En Aldeas recibimos el cariño, la ternura y la protección que necesitábamos. Y yo ya no tenía que seguir siendo el responsable de todo como había hecho hasta ahora. Y eso supuso un alivio para mí. Me ayudo a descansar y a poder ser un niño de verdad.
Poco a poco fuimos aceptando que la situación familiar era la que era y que poco se podía hacer al respecto. Desde Aldeas siempre se nos facilitó que estuviéramos en todo momento en contacto con nuestra familia y con nuestro entorno, el pueblo, lo que también hizo asimilar a mi familia, en especial a mi padre, que esto era lo mejor para nosotros y que él no había podido brindárnoslo.
El tiempo fue pasando y desde Aldeas fueron preparándonos para la salida del sistema de protección, que tal y como marca la ley se produce al cumplir los 18 años. Me enseñaron a tener una mayor autonomía personal y a estar preparado para salir al mundo. Fue un periodo de gran crecimiento personal para mí y de superación. Recibí bastante ayuda para terminar la Educación Secundaria Obligatoria, porque había materias que se me resistían, y al terminar la ESO, y apoyado en todo momento, decidí hacer el Bachillerato para finalmente estudiar una carrera.
Hoy puedo decir, orgulloso, que lo he conseguido. Hace unos meses me gradué en Derecho en la Universidad de Granada y ahora estudio unas oposiciones para la Administración Pública. No sé qué hubiese sido de mí si Aldeas no hubiese estado ahí. Tal vez no hubiese podido estudiar una carrera, tal vez no hubiese podido crecer junto a mi hermano… Mis palabras siempre serán de gratitud y agradecimiento a aquellas personas que me acompañaron y que siguen estando ahí, como una gran familia.
Y ahora, junto a los jóvenes que estamos hoy aquí, formo parte del proyecto Preparados para emanciparse, cuyo objetivo es que todos los niños y niñas que pasan por el sistema de protección puedan tener las mismas oportunidades que hemos tenido nosotros, especialmente cuando nos enfrentamos a la mayoría de edad y nos vemos obligados a dejar el cuidado alternativo. Para que puedan ser lo que quieran ser y, sobre todo, para que puedan ser felices.