Visión de Aldeas Infantiles SOS
Testimonios

Un día en la vida de una educadora en la Aldea Infantil SOS de Madrid

Tania Coello llegó a la Aldea Infantil SOS de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) en un momento singular. En diciembre de 2020, en plena pandemia de COVID-19,  comenzó su trabajo como auxiliar técnica educativa. Esta mujer de 26 años es profesora especializada en Educación Especial y, entre su experiencia profesional, cabe destacar que ha trabajado con niños y niñas con discapacidad, a quienes ha facilitado apoyo escolar y clases de refuerzo. Su labor en la Aldea es muy diferente a la que ha venido desempeñando con anterioridad. Tania nos cuenta cómo transcurre un día en su trabajo como educadora.

¿Qué obligaciones tienes?

Entre semana, cuando empieza mi turno, los más pequeños ya están dormidos. Paso un poco de tiempo con los mayores hasta que se van a acostar. Solemos charlar, me cuentan cómo ha ido su día; es un buen momento para conocerlos mejor y que se abran a hablarme de sus cosas. Una vez que todos están dormidos, hago las tareas de la casa, preparo la comida y la cena del día siguiente, lavo y plancho la ropa de los pequeños, desinfecto pomos, sillas, mesas, interruptores, hago la lista de la compra, recojo la despensa, barro y friego toda la casa, limpio, etc. Por la mañana los levanto, preparo el desayuno y los llevamos al colegio. Además, debemos rellenar un registro diario contando cómo ha ido el día de cada niño o niña, qué tal han estado con sus compañeros, si han tenido visitas o no, cualquier aspecto relevante; así, el resto del equipo sabe cómo van las cosas.

El fin de semana, como los niños, niñas y adolescentes se acuestan más tarde, aprovecho y les preparo juegos, vemos películas, hacemos manualidades y, una vez que están dormidos, hago las mismas tareas que el resto de los días.

¿Hay muchos niños y niñas que tienen contacto con su familia de origen?

Depende de la situación familiar de cada uno de ellos. Las visitas deben autorizarse y pueden ser con o sin pernocta. Algunas se hacen en la Aldea o en puntos de encuentro y deben ser supervisadas, mientras que hay otras en las que el niño, niña o adolescente sale todo el fin de semana con su familia. Las visitas serán autorizadas siempre y cuando se trate de un contexto saludable y estable para ellos.

¿Conoces la historia personal de cada niño o niña?

No, hay algunos que no quieren hablar sobre este tema. Si se abren ellos mismos, obviamente les escucho. Pero no les pregunto. Es su decisión si quieren hablar de ello o no. Cuando llegan a la Aldea, como es lógico, nos informan sobre su situación y las razones por las que ingresan en la Aldea, pero cada niño, niña o adolescente tiene una historia muy diferente y mucho más amplia de lo que podemos imaginar.

¿Cómo es la convivencia en la Aldea?

Cuando los niños y las niñas llegan, puede ser un poco difícil ya que suelen mostrarse más introvertidos y tímidos, pero en general se van abriendo poco a poco y van cogiendo confianza. Es un proceso muy bonito, no solo entre ellos, sino también con los profesionales que les cuidamos. Normalmente a los adolescentes les cuesta algo más, pero cuando ya están cómodos suelen ser muy cariñosos y protectores con los pequeños y me ayudan en lo que pueden.

Hay algún caso más complicado, de niños, niñas o adolescentes con conductas disruptivas y con un carácter delicado, que necesitan una atención mucho más individualizada, sin olvidarnos del resto, por supuesto.

Entre ellos se ven como amigos, no como hermanos, porque algunos también están aquí con sus hermanos biológicos.

¿Cómo cambió la pandemia la vida en la Aldea?

Hemos tenido períodos en los que los niños, niñas y adolescentes han estado confinados y se quejaban un poco. Estaban aburridos, a veces se enfadaban porque estaban encerrados y había días en los que no querían ponerse la mascarilla… En España, cuando llegó la COVID-19 y nos confinaron, no pudimos salir de casa durante tres meses, excepto para hacer la compra. En nuestra Aldea, algunos educadores se llevaron los niños y niñas a sus casas familiares durante el confinamiento.

Tania
Educadora de la Aldea de Madrid