Aldeas reabre un centro de acogida en las afueras de Damasco
El centro de acogida Jaramana de Aldeas Infantiles SOS, en las afueras de Damasco, ha reabierto sus puertas tras haber sido cerrado por precaución debido a los combates en el distrito oriental de Guta.
“La situación de seguridad en el centro de Jaramana ha mejorado, por lo que estamos reanudando las actividades”, cuenta Mohammad Massoud, gerente del centro. “La necesidad de apoyar a los niños afectados por la guerra es cada vez mayor; esperamos que los esfuerzos internacionales para lograr una tregua sean exitosos, de modo que podamos ayudar a niños y familias con necesidades urgentes en Jaramana y en toda Siria, sin interrupción”, sostiene.
El centro ha permanecido cerrado del 21 al 25 de febrero y volvió a abrir sus puertas el pasado lunes. Desde entonces han llegado al centro diez niños y se espera la llegada de más en los próximos días.
El centro de Jaramana proporciona a los niños de las zonas sitiadas los cuidados, la seguridad y la protección que necesitan. Tiene una capacidad para 20 menores y prioriza los casos de aquellos niños y adolescentes que han sido separados de sus padres o que se han visto obligados a dejar la escuela para trabajar y ayudar a sus familias a sobrevivir.
Puesto en marcha con el apoyo de UNICEF, el centro ha atendido a más de 100 niños desde su apertura en noviembre de 2017. Jaramana, en las afueras de la capital, ha sido un importante destino para los sirios desplazados por la guerra.
Aldeas Infantiles SOS está presente en Siria desde hace más de 30 años, proporcionando un hogar y una familia a aquellos niños privados del cuidado parental. En 2012, cuando la guerra hizo insostenible la situación de millones de personas, la organización puso en marcha un Programa de Respuesta de Emergencia para proporcionar asistencia a niños y familias afectados por el conflicto.
Gracias a este programa, Aldeas proporciona cuidados y protección a niños y familias de las regiones cercanas a Alepo, Damasco y Tartús. Desde 2015, Aldeas ha atendido a un total de 26.000 niños víctimas del conflicto, de los que 1.100 habían perdido a sus padres.