Creo que no puedo ser más feliz
Nací en Zaragoza el 30 de diciembre de 1993 y, hasta los seis años, crecí junto a mis padres y mis dos hermanos. Recuerdo que en casa la situación siempre fue complicada y al final mis padres terminaron separándose.
Mi madre no supo hacerse cargo de nosotros. No pudo cuidarnos ni atendernos adecuadamente, así que un día los Servicios Sociales decidieron intervenir.
Nos llevaron a la Aldea Infantil SOS de Villamayor de Gállego, en Zaragoza, y aunque al principio no entendíamos muy bien por qué estábamos allí ni nos imaginábamos cómo sería nuestra vida a partir de entonces -nuestra rebeldía era evidente los primeros días-, al cabo de un tiempo empezamos a sentir que Aldeas era nuestro hogar.
Conocimos muchos amigos, íbamos juntos al colegio, pasábamos horas jugando… Y lo más importante es que pudimos deshacernos de esas cargas tan pesadas que habíamos asumido desde niños. Ahora contábamos con adultos que nos cuidaban, que se preocupaban por nosotros y que nos hacían sentir que todo iba a ir bien.
Mirando atrás hoy puedo decir que si soy la persona que soy es gracias al afecto que me ofrecieron en Aldeas y al hecho de habernos mantenido los tres hermanos juntos. No sé qué hubiera sido de mí sin ellos.
Cuando cumplí los 18 años y empecé a compartir piso, Aldeas siguió apoyándome y confiando en mí. Pude terminar mis estudios de Estética y Peluquería y ahora trabajo como maquilladora, que es lo que me gusta y me hace feliz.
También he formado mi propia familia. Llevo más de ocho años con mi pareja y nos casamos hace un año y medio. En la boda me acompañaron todas esas personas de Aldeas que han estado presentes en mi vida. Fueron mi familia durante muchos años y lo seguirán siendo siempre.
Creo que no puedo ser más feliz. Estoy embarazada de ocho meses y espero a mi bebé con mucha ilusión. Me encantaría enseñarle los valores que me transmitieron de niña y darle todo ese cariño que a mí alguna vez me faltó. Aldeas llenó ese vacío y me enseñó que todos los niños tenemos algo especial y que debemos aprovecharlo para perseguir nuestros sueños.
Solo necesitamos que haya personas a nuestro lado que crean en nosotros para que nosotros también lo hagamos. Yo he conseguido creer en mí y transmitiré a mi hija la confianza necesaria para que ella también lo haga, para que pueda sacar lo mejor de sí misma y ser feliz.